Después de la primera cita, mis matches de Tinder reciben una encuesta de satisfacción. Allí pueden valorar su experiencia como consumidores/usuarios respondiendo a ocho preguntas y añadiendo un comentario.

Sus valoraciones suponen un mapeo de deseos y frustraciones, de vulnerabilidad y máscaras, desde el juego honesto a la mentira piadosa.

Es un ejercicio que pone de manifiesto las mecánicas que operan en las redes sociales (especialmente en las apps de contactos), en cuanto al autodiseño personal, el devenir de los cuerpos en objetos de consumo y a la sobreexposición de la intimidad.













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